Durante
un año entero lloré cada noche de mi vida, a veces lo sigo
haciendo .No sé cuántas noches más tenga que llorar hasta que sienta que mi
corazón está completamente limpio de todo lo que fui, de todo lo que fue, y lo
que no fue y yo deseé. Lloro por todas las veces que no me sentí amada, que no
amé. Por las decisiones que tomé, los errores que cometí y los miedos que me
impidieron avanzar. Lloro por las cosas que no vi y ahora veo, por las que sigo
sin ver pero sé que están ahí esperando por mí para ser atendidas, para darles
la mano y sanar; hacer las paces. Lloro por cada palabra que logró herirme y
por las que aún sin importancia les di
espacio en mi vida. Le he dado espacio al dolor, a las grietas, a los lamentos,
resentimientos, enojos e iras reprimidas, a las decepciones, pérdidas y
angustias a las que les negué lugar, a las que ignoré y pretendí que no fueran
parte de mí. He dejado que cada una
llegue a mí, he querido ver su cara, saber su por qué, cuándo y cómo. Las he
amado, las he consolado, algunas las he sanado, pero les he dado la mano, les
he sonreído a la mañana siguiente y les he agradecido por estar en mi vida, por
cada lección aprendida; y a las que continúan las sigo sanando con amor.
A veces pienso que simplemente había caído en un constante
desconsuelo, que quizá era un hábito donde mis noches solo se reconocían en lagrimas y que había creado un barril de lamentos sin fondo,. Pero sé que no es así…. No puedo culparme,
ni arrepentirme. Después de mucho entendí que no podía huir más a lo que era
parte de mi, que no había lugar a donde correr si no iba dentro de mí y veía
aquello que había ocultado, y me decía un par de verdades que antes no hubiera
escuchado. Le di cuarto al dolor, lo amé pero también abracé la sanación.
No
sé cuantas noches más necesite llorar para sanar, o cuantas cartas a Dios deba
escribir, cuantas letras de amor y desamor, cuantas duchas deba tomar antes de
ir a la cama, o cuantas veces más deba orar a los ángeles para sentir su
compañía.
lloré mil veces sobre lo mismo y parase haberse ido. Mis días pasan bien, alegres, siempre vuelvo a mi felicidad en el camino, cada mañana parece que fuera el comienzo, que por fin todo es calma adentro, pero es a veces en la noche donde mis miedos crecen, donde vuelven los ´’vacios’´, me saludan los por qué , me pesa el ayer y me angustia el mañana. No me culpo, solo dejo que venga a mi todo lo que quiera surgir, solo hay una cosa que quiero hacer y es dejar ir en amor. Amor por mí misma. Quiero mi corazón limpio, mis sentimientos puros. Despedir mis miedos y darle la bienvenida a lo nuevo.
lloré mil veces sobre lo mismo y parase haberse ido. Mis días pasan bien, alegres, siempre vuelvo a mi felicidad en el camino, cada mañana parece que fuera el comienzo, que por fin todo es calma adentro, pero es a veces en la noche donde mis miedos crecen, donde vuelven los ´’vacios’´, me saludan los por qué , me pesa el ayer y me angustia el mañana. No me culpo, solo dejo que venga a mi todo lo que quiera surgir, solo hay una cosa que quiero hacer y es dejar ir en amor. Amor por mí misma. Quiero mi corazón limpio, mis sentimientos puros. Despedir mis miedos y darle la bienvenida a lo nuevo.
¿Cómo
abrazar lo nuevo cuando solo estamos aferrados a lo viejo? Desprenderse de lo
que hemos cargado por años y años, no se logra de la noche a la mañana. Requiere
paciencia, tiempo y amor. Todo es amor, nada se va de nuestra vida sin dejar un
vacío, si lo dejamos ir con culpa u odio, no hay verdaderas despedidas si no
vienen de un corazón honesto, no hay verdaderas despedidas si no dejamos ir con
ellas todos los porque, los que hubiera sido sí, lo que no fue y aun más, no
hay verdaderas despedidas si cuando dejamos ir, dejamos ir una parte de
nosotros con ello. Para de verdad sanar
y darle espacio a lo nuevo hay que recuperar lo que perdimos, la confianza ,
sanar, restaurar donde hay gritas , dar luz donde hay oscuridad y volver a ser,
ser todo lo que somos. No podemos dejar entrar lo nuevo si aún nuestros brazos
están temerosos de abrazar lo que viene, porque quizá pueda volver a lastimarnos. Todo es incierto, por eso es que mi gran cuestión ha sido aprender a dejar ir
en amor.
He
tratado de amar cada parte de mí, y eso incluye mi oscuridad, mi dolor. He tratado
de escucharme, y sentir. Sentir lo que duele y lo que me hace feliz. He tratado
de ver en otros lo que no me gusta de mí y he aprendido a reconocer lo que soy,
a amar lo que pienso, lo que digo y siento, porque sé que viene de lo profundo
de mi corazón.
No
se trata de culpar a nadie, ni siquiera a notros mismos por las veces que
pasamos por encima de nuestros sentimientos. No hay culpables. Cada quien hace
lo mejor que puede con lo que tiene, siente y vive la vida. No sabemos de los
miedos de otros, no sabemos de sus dudas, no sabemos si ellos también lloran en
la noche. Lo único que podemos hacer cuando nos damos cuenta de los ´´errores
que hemos cometido’’. De las veces que aceptamos menos, que no amamos, que
despreciamos, que lastimamos; es abrazarlos y devolverles el amor que perdimos
con ello.
Cerraba los ojos y podía sentir todas las
piezas rotas en mí. todavía me pregunto que fue lo que pasó, porque ante mis ojos nunca nada fue tan grave como para causar tanto dolor. Me tuve paciencia, me tengo paciencia. Sé que es un proceso, que todas las
fichas se están acomodando y que me he sacudido tan fuerte, que he necesitado
mucha dosis de amor. Pero esta vez, no de afuera, sino desde mi interior. He
generado compasión por mí, sin caer en sentimientos de lástima y lamento. Solo tú
puedes hacer por ti lo que es cuestión de tu bienestar. No hay nadie que pueda darte de vuelta lo que
otros, o tu mismo te quitaste, no hay otras palabras que puedan decirte nada
mejor que lo que tú puedas desearte, ni hay nadie quien pueda entenderte más
que tú mismo. Nadie sabe más que tú lo que hay en tu interior, tus sueños,
anhelos y las piezas rotas que necesitas reconstruir. Bases fuertes y solidas
de tu amor.